sábado, 21 de diciembre de 2013

NoSeTitularte

Aunque suela ser un manojo de emociones, tengo carácter y estoy aquí por eso mismo; Dime tu corazón, ¿por qué siempre pasa lo mismo? Mirarte es algo extraño, sentir que te conozco de hace tanto, pensar en un micro segundo en una vida a tu lado, es algo enfermizo, pero sería un mentiroso si lo niego. Siendo el dueño de un don tan particular, con el cual sé que podría hacer que pensaras en mí, me hace sentir cobarde, pues sería más lindo, y puro que solo por ser yo me miraras, es algo ilógico estar en esta situación, ¿Cuándo te clavaste así, en este ser?
tantos días cuidando el banco de las ilusiones, escogiendo  arduamente cual entraría y cual no, y llegas tú, sin pedir permiso, sembrándote donde quieres y creciendo libremente.
Ahora llega la artillería pesada, después de tratar de forzar algo que desde el principio tenía claro fracasaría, tiene que tomar cada sentimiento estúpido y forzarlo a escupir su alma, para que así vuelva a su estado puro.
Supongo que es por eso que el mundo no tiene amor, si al mismo amor encarnado lo crucificaron, ¿Qué puedo esperar yo? Pensar que posiblemente hasta mueva fibras en tu corazón, solo tortura las esperanzas encalladas en la isla solitaria del vacío corazón, y lo peor es que tal parece que me acostumbre a ti en tan poco tiempo, es maquiavélico meditar a solas contigo como tema.
Pero te juro que estoy harto, empezare a escapar de mi cuarto, a arrancar de raíz todo recuerdo infeliz, si te preguntan dónde estoy, diles que estoy pensando en ti.
Lo curioso de esta historia que aquí desahogo es que no me afecta mucho, pero de alguna manera me muestra lo frágil que puedes ser cuando no te pones claro el corazón.
 Y lo lindo es que hace que de esta época navideña  quede una linda historia que recordar, un diciembre aunque poco feliz, digno de recordar, por lo que hizo Jesús durante el año y por lo que en unos días causaste tú.
Suele decirse que las experiencias te forman, que gran verdad es esa bella y dura frase. Por ahora solo quiero que me forme el suave susurro de la voz que del cielo baja  y que clarito me dice:
Espera tu tiempo,  quien sabe esperar en mí, sabrá recibir lo que por su perseverancia le pertenece, no te rindas, cada vez falta menos…!

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